Es esa parte nuestra que se esconde, escurridiza por temor a ser descubierta… esa parte que escapa de nuestra conciencia y de la percepción ajena para proteger su plan, un plan nada esclarecedor, nada transparente….
Es el lugar de nuestras sombras, de nuestros miedos disfrazados de intenciones manipulativas, nuestros temores y debilidades que compensamos insanamente con maneras de estar y de ser poco honestas que se contradicen a aquello que sí mostramos: el personaje socialmente aceptado, que despliega sus encantos ante la galería, luces y lentejuelas que deslumbran a un público afín.
Yo lo ubico cerca del ego (la parte ególatra y narcisista) esa parte que ansía el reconocimiento, hambriento de poder y ambición a costa de las debilidades de los demás… o incluso aprovechando su incapacidad de ver más allá de las formas, del aspecto, del personaje que de una u otra manera todos representamos en nuestra vida.
Es el lado que se nutre de ser vanagloriado continuamente, aplaudido, aceptado, fantástico y extraordinario… Y hay todavía más… Es el lado de la manipulación y los juegos de poder en el que nadie gana, ni siquiera el protagonista, que busca momentos efímeros incapaces de perdurar con el tiempo y llevados por la farsa y el engaño. Pero, en el mundo siempre habrá personas, y mientras haya personas en el mundo habrán oportunidades de seguir deslumbrando con luz de gas y embaucando con cantos de sirena, los engañados ya quedan atrás, pero siempre habrá un público nuevo, desconocido, intacto a los que seduzcamos con nuestra pose, nuestra imagen, nuestras palabras, nuestro reflejo, nuestro personaje.
¿Y dónde queda la autenticidad de nuestro ser? ¿Nuestro genuino potencial humano? Ese que comparte sus talentos con los demás para crear un mundo mejor…
Es la otra parte, el ser que se esconde detrás de la persona-máscara (del latín persona y éste probablemente del etrusco phersona «máscara» del actor, personaje), de lo que representamos según el papel que hemos aprendido a desempeñar a lo largo de nuestra vida.
Detectar y descubrir nuestro propio lado oscuro ya es un paso hacia el autodescubrimiento y el darnos cuenta de lo completa y compleja que puede llegar a ser la naturaleza humana. Sí, forma parte de nuestro bagaje, pero ¿hasta qué punto es útil?
Lo peligroso emerge cuando caemos flasheados de nuestras propias luces y lentejuelas creyendo que eso es lo que somos. Caemos en el autoengaño hasta el punto de vivirlo como algo real…, lo peligroso no es vivir en el autoengaño… sino cuando los demás detectan nuestras farsas, nuestro personaje y perdemos credibilidad, confianza y fiabilidad ante los otros. Lo peligroso es cuando se nos ve el plumero y los otros ven ese lado de hipocresía y ambición, esa falta de coherencia y congruencia personal, ese vacío mal compensado y cubierto de tierras movedizas…
La buena noticia es que se puede trabajar, se puede mejorar para completar lo que somos, transformándolo en algo más ecológico y saludable, eficaz y útil y ponerlo a nuestro servicio para seguir evolucionando con integridad como seres humanos. Y mantenernos al tanto, porque puede emerger de nuevo… aunque ya será más fácil darnos cuenta, ya lo reconoceremos…
Es el lugar de nuestras sombras, de nuestros miedos disfrazados de intenciones manipulativas, nuestros temores y debilidades que compensamos insanamente con maneras de estar y de ser poco honestas que se contradicen a aquello que sí mostramos: el personaje socialmente aceptado, que despliega sus encantos ante la galería, luces y lentejuelas que deslumbran a un público afín.
Yo lo ubico cerca del ego (la parte ególatra y narcisista) esa parte que ansía el reconocimiento, hambriento de poder y ambición a costa de las debilidades de los demás… o incluso aprovechando su incapacidad de ver más allá de las formas, del aspecto, del personaje que de una u otra manera todos representamos en nuestra vida.
Es el lado que se nutre de ser vanagloriado continuamente, aplaudido, aceptado, fantástico y extraordinario… Y hay todavía más… Es el lado de la manipulación y los juegos de poder en el que nadie gana, ni siquiera el protagonista, que busca momentos efímeros incapaces de perdurar con el tiempo y llevados por la farsa y el engaño. Pero, en el mundo siempre habrá personas, y mientras haya personas en el mundo habrán oportunidades de seguir deslumbrando con luz de gas y embaucando con cantos de sirena, los engañados ya quedan atrás, pero siempre habrá un público nuevo, desconocido, intacto a los que seduzcamos con nuestra pose, nuestra imagen, nuestras palabras, nuestro reflejo, nuestro personaje.
¿Y dónde queda la autenticidad de nuestro ser? ¿Nuestro genuino potencial humano? Ese que comparte sus talentos con los demás para crear un mundo mejor…
Es la otra parte, el ser que se esconde detrás de la persona-máscara (del latín persona y éste probablemente del etrusco phersona «máscara» del actor, personaje), de lo que representamos según el papel que hemos aprendido a desempeñar a lo largo de nuestra vida.
Detectar y descubrir nuestro propio lado oscuro ya es un paso hacia el autodescubrimiento y el darnos cuenta de lo completa y compleja que puede llegar a ser la naturaleza humana. Sí, forma parte de nuestro bagaje, pero ¿hasta qué punto es útil?
Lo peligroso emerge cuando caemos flasheados de nuestras propias luces y lentejuelas creyendo que eso es lo que somos. Caemos en el autoengaño hasta el punto de vivirlo como algo real…, lo peligroso no es vivir en el autoengaño… sino cuando los demás detectan nuestras farsas, nuestro personaje y perdemos credibilidad, confianza y fiabilidad ante los otros. Lo peligroso es cuando se nos ve el plumero y los otros ven ese lado de hipocresía y ambición, esa falta de coherencia y congruencia personal, ese vacío mal compensado y cubierto de tierras movedizas…
La buena noticia es que se puede trabajar, se puede mejorar para completar lo que somos, transformándolo en algo más ecológico y saludable, eficaz y útil y ponerlo a nuestro servicio para seguir evolucionando con integridad como seres humanos. Y mantenernos al tanto, porque puede emerger de nuevo… aunque ya será más fácil darnos cuenta, ya lo reconoceremos…
No hay comentarios:
Publicar un comentario