miércoles, 27 de enero de 2010

QUIERO SER EL VERBO "PUEDO"

Como dice Amaya Montero en su canción.

Algo pasa con el verbo puedo, con el poder y la habilidad de usarlo. Y es que ya la palabrita, tiene mucho poder por sí sola.

Stephen R. Covey, autor de Los 7 hábitos de la gente eficaz lo define como "la capacidad o facultad de actuar, la fuerza y la potencia para realizar algo. Es también la energía vital para elegir y decidir. Incluye también la capacidad para superar hábitos profundamente enraizados y cultivar otros superiores, más eficaces."

Fue en la Copa de Europa con aquel "Po-de-mos" (promocionado por la cadena Cuatro que llevó a la roja a ganarla), y aquel "Yes, we can" (promovido por el partido demócrata estadounidense que llevó al primer afro-americano en alcanzar el poder de su presidencia), cuando me dí cuenta del poder de la palabra "poder". En estos dos casos la definición de Covey se ciñe como un traje hecho a medida por el mejor sastre del mundo; en ambos casos la capacidad de actuar y la fuerza y la potencia de realizar algo se hicieron más que palpables... pero sobretodo me percaté de la capacidad para superar hábitos profundamente enraizados y cultivar otros superiores... como veis, mucho más eficaces (si tenemos en cuenta los precedentes històricos de los dos casos citados). Eso es lo que realmente me emociona del poder. El superarnos; el olvidar y borrar vejos hábitos, en desuso e inútiles, para aprender de nuevo nuevas maneras de ser y estar en nuestra vida y en el mundo, de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás, de comunicarnos y apreciarnos tal y como somos, gustarnos sin preguntar, vernos en el espejo y correspondernos con una sonrisa... Eres como quiero que seas, me gustas y quiero seguir contigo. Suena a palabras de enamorados, lo sé. Y para eso es imprescindible tomar contacto con nuestro propio poder, aquel que nos hace únicos y el que activa el motor de nuestra evolución más personal, para nosotros y para el mundo.

Quiero ser el verbo puedo... y me da que lo estoy consiguiendo. Cada día lo voy reconociendo y me suceden cosas inimaginables hace a penas 3 meses... Y sigo, con esa sensación de poder que aumenta a medida que avanzo. Una poderosa sensación, que apadrino con humildad y satisfacción.

Sin duda, quiero ser el verbo puedo.

jueves, 21 de enero de 2010

LLÁMAME "PRINCESA"



Nunca he sido de argot "clicheado" y facilón, más, he llegado a desconfiar de ese hablar pamplinero, adulador y cordial, tachado en mi lenguaje como "falso" y poco honesto.
Alguna vez me he oído eso de "preciosa", "guapa", o "reina" dirigéndose a mi persona... y ha estado bien, tampoco me he subido por las paredes de felicidad... pero el otro día...


De repente, se me despierta el chat, en línea un viejo amigo con un hola princesa. Lo reconozco, fue un sentir nuevo para mí, diferente a todos los demás "tipificados" encantadores y que acojo amablemente. Nunca me habían llamado "princesa", y sentí una cálida sensación desde el pecho a la garganta que me despertó una tierna sonrisa mientras leía esas palabras. Me gustó... las leí una y otra vez... hola princesa... suena bien. Y no me importaría volverlas a leer, volverlas a oír y sentirme de nuevo así.


Puedes volverlo a hacer: llámame "princesa".

viernes, 8 de enero de 2010

SI YO NO ME DOY CUENTA...


... de lo que valgo el mundo es una tontería, si voy dejando que se escape lo que más quería.
Parafraseando una vieja canción de Kiko Veneno y pasada a primera persona. Aquella frase sonada a ritmo de rumba parecía estúpida, mera palabrería que pretende subir la autoestima de quien la escucha... Sin embargo hoy la entiendo más que nunca... no solamente una debe ser buena y valer lo suyo, sino que además se tiene que dar cuenta de ello, para valorarlo, para potenciarlo y asumir la responsabilidad de superarse y ser mejor cada día, sino, ¿dónde queda la verdadera evolución humana? Y sin ese "darse cuenta" la vida se vuelve incolora, insulsa y poco menos merecedora de ser vivida, el mundo se vuelve una tontería, vacío y sin sentido, vano y sin propósito... Y ahora me doy cuenta... y a medida que "despierto" encuentro sentido a mi vida, cada día más... de repente todo encaja... y siento algo que nunca había sentido... algo parecido a amor, sin tener nada que ver con el amor vivido hasta ahora... Es algo así como el sentir del amor, que no es lo mismo que amar. Cuando amamos a alguien corremos el riesgo de no ser amados por esa persona, no necesariamente es recíproco, mientras que sintiendo el sentir del amor, la reciprocidad es inmediata, es como algo dinámico, activo, que se mueve... como la energía que ni se crea ni se destruye sino que se transforma, sólo que en este caso se transforma aumentando su poder. Y lo estoy sientiendo en varias personas, de diferente sexo, de diferentes edades... al descubrir este sentir, es como que todo sale mejor, descubro mi eficiencia en el trabajo, potencio mi cercanía con las personas, aumento mi comunicación personal de manera más natural, más eficaz, más desde la comprensión y el respeto... Y si no me doy cuenta, todo eso me lo pierdo, tan vital para mí, como el agua clara que nuestro organismo necesita para mantenerse vivo, bien y saludable.
Felicidades, muñeca... por ese despertar, aunque a veces duela.