Son cada vez más los dispositivos móviles a través de los cuales emitimos buenas y malas noticias, nos mantenemos en contacto con los demás, los usamos para grabar nuestra propia voz, guardar otras voces, para escuchar música y sobre todo para comunicarnos con el mundo.
Nuestros sentidos van despertándose a medida que evolucionamos como seres humanos. Después de pasar por una época muy visual y el poder del atractivo a través de nuestra imagen, mirada y nuestras habilidades de “ver”, volvemos a nuestros orígenes potenciando el oído para detectar posibles amenazas u oportunidades, sin desmerecer nuestras capacidades visuales. La comunicación auditiva eficaz resulta crucial para el buen entendimiento entre personas; a través de las palabras emitidas y escuchadas discutimos y nos reconciliamos, hacemos negocios y concretamos citas, compartimos experiencias, cotilleamos sobre la actualidad, sobre el pasado, sobre el presente, sobre el futuro…
Es una comunicación sin ojos, sin cara, sin gestos, sin posturas corporales… y así nos vemos ante un intercambio de información que para reaccionar de manera eficaz y constructiva nos interesa saber captar las pistas que nos emite nuestro interlocutor tanto consciente como inconscientemente, no sólo a través de sus palabras, sino también atendiendo el tono de voz, su timbre, su ritmo, su volumen. Importa lo que dice y, sobre todo, cómo lo dice.
Aprender a detectar todos estos matices y señales comunicativas nos permite obtener información sobre los demás para influir y crear una sintonía que nos permita comunicarnos de manera eficaz.
Créetelo Formación, ofrece un curso para desarrollar estas habilidades cuya inversión puede ser bonificada para empresas: http://creetelo.net/?page_id=598
Espero que os pueda interesar.
Gracias, como siempre, por estar ahí y leerme.
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Es una comunicación sin ojos, sin cara, sin gestos, sin posturas corporales… y así nos vemos ante un intercambio de información que para reaccionar de manera eficaz y constructiva nos interesa saber captar las pistas que nos emite nuestro interlocutor tanto consciente como inconscientemente, no sólo a través de sus palabras, sino también atendiendo el tono de voz, su timbre, su ritmo, su volumen. Importa lo que dice y, sobre todo, cómo lo dice.
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