Incluso para crear sombras necesitamos la luz. Esa que hace posible la proyección de nuestras formas en el mundo; algunas difuminadas, otras perfectamente perfiladas y definidas, unas quietas y perennes, otras en continuo movimiento y cambiando según la orientación de la luz.
Siluetas proyectadas sobre superficies inciertas, sombras con luces de nuestra vida, de nuestras propias elecciones, de nuestras propias decisiones y aprendizajes... Según cómo pintemos nuestra existencia, proyectaremos nuestras formas; según la luz que nos alumbre y donde nosotros nos queramos posicionar reflejaremos nuestra presencia. Y así vamos viviendo... aprendiendo a ser, con nuestras luces y nuestras sombras y apreciando cada una de ellas.