viernes, 14 de noviembre de 2008

SUBLIME





Sublime despertar frente a un mar en calma...
Serenidad pesente y sensación de paz por todas partes.
Alguien llama a la puerta, interrumpte mi somnolencia, pero seguimos en calma.

Paisaje hoy imposible de tierras lejanas, tal vez también imposibles, tal vez de otro planeta... Horizonte azul donde más allá reside una isla también vivida, hoy parece miles de años atrás... Y el sol, rojizo al amanecer con su fiel aureola dorada... Nuevo día, despertares frente al mar... mi mar mediterraneo, aquel que se dejaba ver entre palmeras y plataneros, azul en verano y juego de turquesas y esmeraldas en diciembre, flores de navidad esclatadas en su rojo intenso... y de fondo el mar... mi mar mediterraneo.

Sublime es la belleza en una mancha donde no caben dos, líneas finas que se ensanchan, se entrecruzan cual olas en el mar y todo ocupa su lugar en un espacio bidimensional llamado papel, de esos de buen gramaje, de esos que absorben lo justo para hacer visible la obra, humildes que se apagan para realzar a los demás, porque todos participan en ese paisaje...paisaje imaginario... hoy sé que lo saqué de mi memoria. Colores esbozados en busca de la obra final... y saber que ellos ya estaban siendo la obra... mi serie de paisajes imposibles que saqué de mi inconsciente... y que hoy recobran sentido, como tantas cosas con el paso del tiempo...

El tiempo, elemento que consideramos amenazador de nuestra vida, y resulta un auténtico aliado... con el tiempo todo se esclarece, se ve mejor en la distancia, con el paso de los años y experiencias que me abastecen de cristales a través de los cuales mirar mi mundo y de espejos a través de los cuales me miro a mi misma... y darme cuenta de cosas, de frases, de escenas cómo vividas ayer... y cómo sentidas hoy, con otras personas, con otros lugares, con otros tiempos.

domingo, 9 de noviembre de 2008

¿Y QUÉ PASA CON LA MÚSICA?





Hay quién lo dice con flores, hay quIén a través de las palabras y hay quién lo dice con música.

Lo importante es comunicar y saber que el receptor está entendiendo el mensaje... Otra vez el mensaje y ahora con música, otro arte.


La música es, sin duda, el arte más evocador de todos. Llega través de nuestro oído, y cala de inmediato en nuestro inconsciente, a nuestras más profundas emociones, nos desvela
sentimientos dormidos que al despertar nos recuerdan que estamos vivos. Nuestra vida está cuajada de notas musicales que marcan nuestro camino, sus paradas, sus momentos... Y cuando se abren puertas a los recuerdos, estos vienen acompañados de las canciones, esas que fueron testigo de aquellos sentires, aquellas escenas, aquellas gentes con las que también compartimos noches interminables de risas, aquellos besos sin dueño... y algún amanecer junto al mar.


La música es el arte de las emociones casi por excelencia. Es capaz de transmitir un sinfín de sensaciones a las que no necesariamente hay que definir y poner nombre... solamente dejarse llevar... y sentir.


Una canción. Sensibililidad inesperada y a flor de piel... Melodía lánguida de tonos acordes y suaves que invitan a un sentir grisáceo y a descifrar un mensaje melancólico (otra vez la melancolía). Y otra vez el mensaje, ahora envuelto de sinfonía traslúcida, juego de claroscuro y puesta en escena impecable. Y otra vez el arte, siempre cómplice de nuestra necesidad de contar historias, de relatar experiencias, de transmitir sentimientos.


Y a veces no hacen falta las palabras, sólo emociones sin nombre que pretenden comunicar un estado de ànimo, transmitir su pesar, su ilusión, su felicidad, su tristeza... o, tal vez, su amor hasta el fin de los tiempos.